Solo fui un juego, un trapo al cual usar, fui una tonta
apuesta con sus amigos, debía conquistarme y luego dejarme en frente de todo el
instituto, haciéndome sentir mal, engañada, traicionada, humillada, rota,
simplemente querían hacerme daño. Me
llenó de ilusiones, de promesas que jamás cumpliría. Y yo caí como una ilusa en
su juego sin saber lo que vendría a continuación; fueron cinco meses, cinco
meses de felicidad para mí y cinco meses de falsedad para él, me hacía sentir
la chica más especial de mundo, la que con una sola sonrisa, palabra o caricia
suya ya era la más feliz. Llevaba enamorada de él tres años, y cuando vi mi
oportunidad la aproveché… pero ¿Quién iba a pensar que esto pasaría? Nadie,
decidí seguir lo que sentía, por una vez no hacer lo que se debía de hacer,
quise saltarme las reglas y enfrentar lo que se me pusiera por delante. Así lo
pensé y así lo hice.
Todo era color de rosa hasta que un buen día me dio por irle
a visitar a su casa, llegué y su madre me abrió con una sonrisa en sus labios y
sus ojos con un brillo especial, era feliz porque su hijo por fin hubiera
sentado la cabeza y hubiera dejado de ser un inmaduro, niñato que jugaba con
las chicas, ninguna de las dos sabía la verdad ni lo que pasaría y éramos
felices, porque no sabíamos la verdad, porque vivíamos como en un universo
paralelo en el cual todo era bueno pero no, estamos en el mismo universo, en el
mismo planeta que las demás personas solo que nosotras éramos engañadas.
Me dejó pasar diciéndome que Luca estaba en su habitación
junto con Robert, uno de sus amigos de toda la vida, yo solo asentí y me dirigí
hacia su habitación, cuando llegué se escuchaban voces, casi murmullos, eran
ellos, iba a entrar cuando escuché algo que desearía no haber escuchado nunca.
-“Ya van cinco meses Luca, te vas del tiempo, debes dejarla
ya”- Le dijo Robert.
-“Recuérdame por qué hice esta estúpida apuesta”. –Le
respondió Luca.
-“Por ese magnifico Ferrari de Paco”- Le dijo ilusionado
Robert.
-“Ah si…ese pequeño pronto será mío”. - Dijo alegre Luca.
-“Lo será antes, si terminas con esto de una buena vez”. -
Le volvió a sugerir.
-“Un poquito más no hará daño ¿no? Total, ya está echo… si
la vieras… se cree que la amo o que soy feliz con ella”. – Dijo riéndose
-“Ese era el objetivo, Luca”. – Respondió Robert.
-“Ya ya no se me olvida, tranquilo”. – Le contesté.
Aquello me cayó como una jarra de agua fría, helada como el
hielo, no podía ser eso posible, no podía ni quería creérmelo, me dolió, me
destrozó, todo aquello a lo que temía se había echo realidad, quería que todo
aquello solo fuera una pesadilla, una de esas pesadillas que sabes como van a
acabar y decides salir de ella, despertarte e irte a la cama de tu madre para
que te proteja, porque eso deseaba, irme con mi madre, que me abrazara y me
sintiera protegida, sentir que ya nada ni nadie podía hacerme nada, pero
lamentablemente eso jamás sucedió.
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