sábado, 30 de septiembre de 2017

Maneras de armarse

Soy de esa clase de personas que cuando está mal lo menos que quiere hacer es salir, sea a donde sea, sea de fiesta, ir al cine o al parque, no soy de las que necesitan el alcohol para olvidar, ni la música a tantos decibelios que no pueda escuchar ni mis pensamientos, lo único que necesito es tiempo, tiempo para mi, y con ello me refiero a estar sola, necesito sanarme, ver en que fallo, que he hecho mal y que no me gusta y a partir de ese punto reconstruirme, coger todas las ruinas que soy e irme armando poco a poco, y a lo mejor lo consigo viendo series o películas, o puniendome música que no me permita escucharme ni a mi, o a lo mejor solo necesito sentarme en una esquina del cuarto y permanecer callada o llorar, o puede que necesite ponerme a bailar como si nada hubiese pasado, como si fuese feliz por un instante.

No me sirven los métodos de los demás porque los ataques de ansiedad se vuelven más duros, me falta más el aire, se me acumula el dolor en la espalda, y siento que me voy a caer y que no puedo controlarlo, la ansiedad me abruma y no consigo manejarla, por eso prefiero estar sola, porque nadie debe verme así, porque cuando estoy sentada en el suelo o en una esquina de la cama, con la cabeza entre las pierna intentando soportar el dolor que tengo en el pecho soy muchas cosas, pero nunca yo, y es muy triste ver a una persona tan destruida.

Así que me quedo en casa, digo que me voy a dormir y cierro la puerta de mi cuarto, y todo está en paz, todo menos mi cabeza y todo fluye a mal, y me siento y me escucho, y me recrimino y lloro, hasta que todo pasa, hasta que la cabeza me duele tanto que no puedo seguir dejando que eso me consuma, y entonces me levanto y me meto en la cama, me recoloco en mi posición favorita e intento quedarme dormida antes de que prefiera seguir consumiéndome, y rezo porque haya sido la última noche así, pero sé que no lo será así, así que solo espero que el dolor que me espera en las costillas al día siguiente no sea tanto y pueda seguir con mi máscara unas horas más, hasta que llegue la noche y me encuentre sola y pueda volver intentar sanarme.

Puede que sea de las peores maneras que haya para curarse de algo, pero es la única que me funciona, y si me tengo que destruir para poder reconstruirme que así sea, dure lo que dure, cueste lo que cueste.

domingo, 17 de septiembre de 2017

El miedo

Creo que jodéis a las personas, así, sin más, veis a alguien que puede merecer la pena, que es capaz de demostrar lo que promete, que quiere ser para siempre, aunque eso implique toda la vida juntos, dos años o incluso tres meses, porque cada uno mide los para siempre como quiere, veis a alguien así y de repente se disparan vuestros sistemas de alarma y la frase "peligro, puede salir bien" empieza a iluminarse una y otra vez junto con ese sonido ensordecedor, y preferís joderlo todo y enseñar lo que os hicieron a vosotros que arriesgaros por alguien, porque el miedo a que esos tres meses solo sean tiempo y os salga mal es mucho más grande que vuestras ganas de que salga bien. Y aunque sepáis que tener miedo a perder, hace perder mucho más, seguís haciéndolo, porque os viene de atrás, os jodieron, a lo mejor de la peor manera posible u a lo mejor no fue tanto, pero lo hicieron.

                                   

Pero que el que perdáis no es culpa de aquella persona que os jodió en el pasado, sino vuestra, decidisteis dejar ganar al que os destrozó y no solo se llevó vuestra mejor parte por un tiempo, sino para siempre, le disteis todo a quien solamente quiso que cayerais, porque eso es lo que quería, que al caer os hicieseis daño, lo que no contaba es con que jamás seriáis capaces de recuperaros de ellos, que cosas tiene la vida, incluso se llevaron un bonus. Que irónico suena, incluso cuando te hacen daño, se siguen llevando lo mejor de ti.

Simplemente pasó que os visteis en el suelo con las rodillas y las manos raspadas, mirasteis hacia arriba y veíais como alguien a quien queríais como a nadie se alejaba a carcajadas y la mirada se empañó por las lagrimas, y justo en ese momento, apretando los puños a más no poder os jurasteis que no volveríais a tocar el suelo de esa manera y os levantasteis, es verdad, lo hicisteis, pero a que precio lo hicisteis, que es verdad que nadie sale de la tormenta igual que entró, sino ¿que clase de tormenta sería que ni siquiera te moja? El problema está en que el cambio que realizáis no solo os condena a vosotros.

Supongo que echarle la culpa a otra persona es mucho más fácil que asumir el daño, cerrar los puños, levantarse y aunque sea decir entre dientes con todo el dolor del mundo "aunque quieras no podrás conmigo", pero esa es la cosa, hay que tener muchos cojones para hacerlo. Siempre es más fácil retirar cualquier oportunidad de ser felices, porque claro, siempre hay alguna posibilidad que salga mal, y que desgracia ¿no?  Otra vez rotos, en el mismo sitio que jurasteis no volver, en el suelo.

Así que jodéis a quien se os acerca, porque os han jodido, y por tanto no habéis aprendido una mierda, hay que estar muy jodido para hacerle sentir a alguien lo mismo que te hicieron sentir a ti por el simple hecho de tener miedo. Que mala pata el miedo que siempre nos hace perder y volvernos peores, ¿no?