domingo, 10 de diciembre de 2017

Me duele

Me duele que me hayas mentido, que hayas tenido la cara de mentirme aún sabiendo que odio las mentiras, que si me mientes me pierdes, que no era una advertencia, era la jodida realidad.

Me duele que no seas capaz de continuar algo si tu amigo no está en una relación a la misma vez que tú, que coño relación, si esto no se le acerca por ningún lado, y lo sé, sabía y sé en lo que me metía, entré en la boca del lobo sin pensarlo y me dejé engullir, y tanto que lo hice que no me encuentro por ningún lado, me echo mucho de menos.

Me duele que quieras seguir con lo que quiera que sea esto, porque dices una cosa y demuestras otra, me duele fijarme en quien eres cuando estás conmigo, porque es lo único que me hace seguir adelante.

Me duele que volvieses cuando mejor estaba, aunque me dolías y seguía necesitando sacarte algunas veces, pero había dejado de extrañarme y eso era un gran avance.

Me duele que todo esto me duela porque no puedo más, porque he llegado a mi límite, porque no puedo con más insomnio, que tengo hasta por partida doble, que necesito al menos una noche en la que descansar, un día en el que sea algo más que ojeras.

Me duele no poder enfocarme como quiero en la carrera de mis sueños, esa en la que tanto me ha costado entrar y a la que aún no le he dedicado ni una entrada por el simple hecho de no poder sacarte del todo.

Me duele saber que estoy a tiempo de salir de esto y poder reconstruirme como hacía hace dos meses, pero que aún así no quiero, me duele tener los ojos bien abiertos, saber lo que hay y aún así no querer moverme.

Me duele querer recomponerte porque no se puede salvar a quien no quiere ser salvado, y que encima puede que ni esté roto, simplemente le guste aparentarlo.

Me duele que digas que estamos bien cuando el único que lo está eres tú.

Me duele seguir esperando que todo cambie, porque sé que no lo hará y no sé que hago esperando una causa perdida.

Me duelen tantas cosas que esto tiene que cambiar, que puedo quererte mucho, pero que más me quiero yo.

sábado, 14 de octubre de 2017

Cuando dejas de comerte el mundo

Hay veces en las que te despiertas y tienes ganas de comerte el mundo, pero otras veces simplemente tienes la sensación de que es él el que te come a ti.

Que creía que iba bien, que había cogido el camino correcto, que me estaba enderezando, que estaba avanzando algo, creía que le estaba superando, pero de repente llega un día y siento que he dado cinco pasos atrás, que coño, he hecho hasta un sprint y me he alejado kilómetros de donde estaba. A lo mejor soy yo que soy un poco ansiosa y espero que todo sea avanzar hacia delante y estar todos los días un poquito mejor, a lo mejor no se trata de eso, a lo mejor es estar un día bien creyendo que puedes con todo y que no le necesitas más en tu vida y luego estar tres con un dolor en el pecho que no te permita respirar, a lo mejor se trata de estar más mal que bien, de ir curándose poco a poco e intentando que los días sean más amenos, a lo mejor el retirar la tirita tan rápido duele más de lo esperado.

Qué sé yo como va esto, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que he olvidado como se superan las cosas del corazón, esas que dicen que duran y duelen una eternidad, también supongo que es diferente con cada persona, no todo el mundo cala igual, no llevamos las mismas experiencias ni los mismos resultados a la espalda, y cargar con más o menos puede hacer una gran diferencia a la hora de esta complicada entrecruzada contigo mismo. 

Puede que no sepa como superarle, pero no creo que se trate de dejar de pensar en él, sino de hacerlo sin dolor y sin querer volver a aquellos momentos, creo que se trata de poder verle sin tener ganas de lanzarme a sus labios, o querer que me encierre en sus abrazos, esos que él mismo me dijo que añoraría, y que razón tenía, creo que superarle es no querer que me haga las bromas de siempre que me hacían reír, superarle es ser capaz de escribir esto sin lágrimas en los ojos, y por lo visto estoy jodida, más de lo que pensaba, llevaba catorce días sin escribirle, sin tener que sacarle ni a él ni al nudo que tengo en el cuerpo. Supongo que aquí está el sprint que he hecho hacia atrás, ese que esperaba no hacer, pero aquí estoy, casi en el mismo punto de salida, con la vista nublada y echándole de menos, y no sé cuanto durará esto de que el mundo me coma, pero espero que cada vez sea durante menos tiempo, hasta que llegue un día en el que desaparezca y pueda hacer otro sprint, pero esta vez hacia delante. 

sábado, 30 de septiembre de 2017

Maneras de armarse

Soy de esa clase de personas que cuando está mal lo menos que quiere hacer es salir, sea a donde sea, sea de fiesta, ir al cine o al parque, no soy de las que necesitan el alcohol para olvidar, ni la música a tantos decibelios que no pueda escuchar ni mis pensamientos, lo único que necesito es tiempo, tiempo para mi, y con ello me refiero a estar sola, necesito sanarme, ver en que fallo, que he hecho mal y que no me gusta y a partir de ese punto reconstruirme, coger todas las ruinas que soy e irme armando poco a poco, y a lo mejor lo consigo viendo series o películas, o puniendome música que no me permita escucharme ni a mi, o a lo mejor solo necesito sentarme en una esquina del cuarto y permanecer callada o llorar, o puede que necesite ponerme a bailar como si nada hubiese pasado, como si fuese feliz por un instante.

No me sirven los métodos de los demás porque los ataques de ansiedad se vuelven más duros, me falta más el aire, se me acumula el dolor en la espalda, y siento que me voy a caer y que no puedo controlarlo, la ansiedad me abruma y no consigo manejarla, por eso prefiero estar sola, porque nadie debe verme así, porque cuando estoy sentada en el suelo o en una esquina de la cama, con la cabeza entre las pierna intentando soportar el dolor que tengo en el pecho soy muchas cosas, pero nunca yo, y es muy triste ver a una persona tan destruida.

Así que me quedo en casa, digo que me voy a dormir y cierro la puerta de mi cuarto, y todo está en paz, todo menos mi cabeza y todo fluye a mal, y me siento y me escucho, y me recrimino y lloro, hasta que todo pasa, hasta que la cabeza me duele tanto que no puedo seguir dejando que eso me consuma, y entonces me levanto y me meto en la cama, me recoloco en mi posición favorita e intento quedarme dormida antes de que prefiera seguir consumiéndome, y rezo porque haya sido la última noche así, pero sé que no lo será así, así que solo espero que el dolor que me espera en las costillas al día siguiente no sea tanto y pueda seguir con mi máscara unas horas más, hasta que llegue la noche y me encuentre sola y pueda volver intentar sanarme.

Puede que sea de las peores maneras que haya para curarse de algo, pero es la única que me funciona, y si me tengo que destruir para poder reconstruirme que así sea, dure lo que dure, cueste lo que cueste.

domingo, 17 de septiembre de 2017

El miedo

Creo que jodéis a las personas, así, sin más, veis a alguien que puede merecer la pena, que es capaz de demostrar lo que promete, que quiere ser para siempre, aunque eso implique toda la vida juntos, dos años o incluso tres meses, porque cada uno mide los para siempre como quiere, veis a alguien así y de repente se disparan vuestros sistemas de alarma y la frase "peligro, puede salir bien" empieza a iluminarse una y otra vez junto con ese sonido ensordecedor, y preferís joderlo todo y enseñar lo que os hicieron a vosotros que arriesgaros por alguien, porque el miedo a que esos tres meses solo sean tiempo y os salga mal es mucho más grande que vuestras ganas de que salga bien. Y aunque sepáis que tener miedo a perder, hace perder mucho más, seguís haciéndolo, porque os viene de atrás, os jodieron, a lo mejor de la peor manera posible u a lo mejor no fue tanto, pero lo hicieron.

                                   

Pero que el que perdáis no es culpa de aquella persona que os jodió en el pasado, sino vuestra, decidisteis dejar ganar al que os destrozó y no solo se llevó vuestra mejor parte por un tiempo, sino para siempre, le disteis todo a quien solamente quiso que cayerais, porque eso es lo que quería, que al caer os hicieseis daño, lo que no contaba es con que jamás seriáis capaces de recuperaros de ellos, que cosas tiene la vida, incluso se llevaron un bonus. Que irónico suena, incluso cuando te hacen daño, se siguen llevando lo mejor de ti.

Simplemente pasó que os visteis en el suelo con las rodillas y las manos raspadas, mirasteis hacia arriba y veíais como alguien a quien queríais como a nadie se alejaba a carcajadas y la mirada se empañó por las lagrimas, y justo en ese momento, apretando los puños a más no poder os jurasteis que no volveríais a tocar el suelo de esa manera y os levantasteis, es verdad, lo hicisteis, pero a que precio lo hicisteis, que es verdad que nadie sale de la tormenta igual que entró, sino ¿que clase de tormenta sería que ni siquiera te moja? El problema está en que el cambio que realizáis no solo os condena a vosotros.

Supongo que echarle la culpa a otra persona es mucho más fácil que asumir el daño, cerrar los puños, levantarse y aunque sea decir entre dientes con todo el dolor del mundo "aunque quieras no podrás conmigo", pero esa es la cosa, hay que tener muchos cojones para hacerlo. Siempre es más fácil retirar cualquier oportunidad de ser felices, porque claro, siempre hay alguna posibilidad que salga mal, y que desgracia ¿no?  Otra vez rotos, en el mismo sitio que jurasteis no volver, en el suelo.

Así que jodéis a quien se os acerca, porque os han jodido, y por tanto no habéis aprendido una mierda, hay que estar muy jodido para hacerle sentir a alguien lo mismo que te hicieron sentir a ti por el simple hecho de tener miedo. Que mala pata el miedo que siempre nos hace perder y volvernos peores, ¿no?

lunes, 5 de junio de 2017

Esos muros


Alguien que se quede joder, que aunque vea lo desolador que es tu aislamiento decida quedarse, que le de igual que sean las una de la mañana, que te diga que como si son las cuatro. Que no te cambie, que aunque no quieras ser salvada se quede sentado esperando contigo dando golpes en la pared por si decides cambiar de idea, o joder, que haga que desistas en ese mierda de pensamiento, que te salve aunque no quieras, porque a veces no podemos hacerlo todo solos, aunque queramos y nos empeñemos en ello. Que nos obligue a levantarnos, aunque lloremos, aunque pataleemos, aunque gritemos mil y una vez que lo odiamos, porque es mentira.

Porque estamos tan acostumbrados a que nos dejen ahí, dando cabezazos, que ya no creemos en nada ni en nadie.


Que a veces lo único que nos queda es apoyar la cabeza de un golpe, que retumbe si hace falta, que sea capaz de tirar la pared, esa que sólo nosotros hemos construido y que por ese mismo acto nos levantemos, aunque sea por el daño que nos hemos hecho al caernos de espaldas, porque a veces el dolor nos hace superar demasiadas cosas que nos gustaría no admitir. 


Que es muy bonito esperar sentado a que alguien venga y nos dé fuerza, pero a veces esa persona nunca aparece, el muro es demasiado ancho, demasiado alto, y simplemente nos quedamos atrapados en el otro lado, creyendo que la gente tiene el poder de traspasar paredes.