sábado, 23 de febrero de 2013

La Peor Pesadilla

La Peor Pesadilla




Quizás no sea nada del otro mundo, pero llegó a convertirse en algo escalofriante para mí cuando sabes que falleciste días atrás y un vivo te habló pero... ¿Y si no lo sé tan bien? ¿Y si el muerto no soy yo? Entonces las cosas cambiarían mucho, y yo me encontraría en mitad de una de mis peores pesadillas.

Con paso tranquilo camino por el parque más alejado de la ciudad, a lo lejos noto a una chica meciéndose en una hamaca, en el mismo sitio en el cual yo me mecía.

Pestañeo y ya no está. Ha desaparecido.

Vuelvo a pestañear y se aparece a mi lado, mirándome fijamente sin decir más que un "morirás" apenas audible, mientras sólo sentía el susurro húmedo del viento y de pronto gritos de angustia y dolor.

La chica desaparece corriendo por la calle con risas macabras que rompían el silencio dejando un rastro de sangre tras de sí.

La sigo para saber hacía donde va.

Después de correr unos diez minutos, me detengo, el rastro ha terminado. Y yo estoy en un bosque, el típico bosque de las películas de terror en los que los espectadores te gritan que no entres ahí. 

Miro hacia todos lados buscando a la chica o algo que me diga que está cerca.

Pero no hay nada.

Me giro y de repente se encuentra a un centímetro. Con una sonrisa malévola, empieza a gritar, haciendo que me tenga que tapar los oídos.

Me atrapa en sus huesudos brazos y me levanta, empezando a correr de nuevo hacía donde ella sólo sabe.

Ahora la que grita soy yo, estoy aterrada, no sé que va a hacer conmigo, si me va a matar o si me va a dejar vivir.

Llegamos a un lago donde se detiene y me suelta, pero me deja poco tiempo de pie, ya que me empuja tirándome al suelo, se sube encima mía y empieza a golpearme con un piedra en la cabeza.

Intento detenerla gritándole que pare.

-¡No me toques! ¿Quién eres? -Le grito.

-Deberías saberlo. -Dice con  la voz entrecortada.

-¡¿Quién?! -Le vuelvo a preguntar gritándole sin poder soportar mucho más.

-Tu peor pesadilla. -Y me vuelve a sonreír.

Y reconozco esos ojos y esa sonrisa.

La reconozco a ella.

Y me mentiría a mí misma, diciéndome que no conozco a esta chica que está tratando de matarme.

Porque la conozco perfectamente.

Porque soy yo.

Dejo de hacer fuerza, y acaba conmigo.

Cuando cree que ya estoy lo suficiente inconsciente me tira al lago.

Aguanto la respiración durante un breve tiempo, pero ni para ello tengo fuerzas, sólo quiero dormir.

"Despierta, es sólo una pesadilla, no es real. Despiértate". -Me ordeno en mi mente.

Pero no me despierto, el agua empieza a entrar en mis pulmones y el latido de mi corazón se va parando.

Esto no es ningún sueño. Es la realidad, y dentro de poco estaré muerta y nadie sabrá nada de mí.

Me he matado a mí misma.

Mi pesadilla se ha hecho realidad sin poder hacer nada para evitarlo.

Porque a veces los sueños nunca se hacen realidad y las pesadillas son lo único que se cumplen.