La vida es eso que pasa mientras damos importancia a cosas
innecesarias.
Soy una chica, con una vida un poco compleja… aunque en
realidad no llega a ser una vida, ya que solo sigo aquí porque unos aparatos
controlan mi respiración y otros un poco más complejos se preocupan porque mi
corazón lata.
Llevo ya demasiado tiempo en este estado por lo que ya no sé
qué hacer, el cansancio ya no ocupa
lugar en mi cuerpo y hay veces en las que me dedico a pensar… en mis padres;
quienes creen que cuando me hablan yo no les escucho, y en verdad es todo lo contrario, pienso en
mis amigos; esos poquitos a los que si les importo, pienso en la vida… que
podría estar llevando, pero sobre todo pienso en como llegué a estar así.
Aquel dolor que sentí aún perturbaba mi mente, como si
estuviera volviendo a pasar, siendo en realidad un escalofrío que pasaba desde
mi cabeza a los pies, pero al escalofrió lo acompañaban una serie de imágenes
que pasaban fugazmente por mi memoria haciéndome recordar aquel devastador
suceso.
Alguien acaba de entrar a mi habitación, mi alma vaga por
estas cuatro paredes, soy yo, en forma de espectro, nadie me puede ver ni oír,
pero yo a ellos sí.
Es Lucas, trae consigo un ramo de flores. Se acerca a la
cama donde se encuentra mi cuerpo inerte, mi pecho sube y baja
constantemente, a causa de la
respiración, pero si se observa con detenimiento se puede comprobar que no
respiro por mi misma.
Deja las flores sobre la mesita situada al lado de la
cabecera de la cama, coge un jarrón y va al baño a llenarlo de agua, vuelve al
mismo lugar que antes; a mi lado, pone las flores en el jarrón y se sienta en
la cama, apartando mi mano para sujetarla.
Está indeciso, abre la boca, parece que va a hablar, no, en
vez de eso suspira, alza la cabeza y me mira, yo me coloco detrás suya, le
observo…
-¿Por qué te fuiste? – Dijo entristecido.
-“Tampoco me impediste hacerlo.” – le respondí en un
susurro.
-Hice las cosas sin pensar, dije cosas que no tuve que
decir, pero todos cometemos errores. – Dijo lamentándose.
-“A veces hay que asegurarse de que esas cosas no hacen
daños a los demás.” – Dije.
-Nunca tuve que haber jugado contigo, ahora lo sé, porque me
he dado cuenta de que me enamorado de ti. – Confesó llorando.
-“Nunca digas te amo, si de verdad no lo sientes.” – Le
susurré en el oído.
No volvió a hablar, se quedó ahí, sentado en mi cama, a mi
lado, sujetándome la mano y soltando leves lágrimas.
me encanta <3
ResponderEliminarde verdad? :) me alegro muchísimo :) Muchisimas gracias por leer de verdad :D
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