14 de mayo de 2011
Quedaba exactamente un mes para mi cumpleaños, él estaba
decidido en regalarme un viaje, pero el cual lo tenía que hacer sola; me negué
una, dos, tres veces, pero de nada me sirvió, lo único que quería para ese día
era estar junto a él, sentados en el sofá, viendo ese programa que poníamos
para reírnos mientras comíamos los
bombones que tanto me gustaban; en cambio el debía volver a su país de origen.
No le puse ningún impedimento y dejé que se fuera, lo cuál
me arrepiento.
Todo sucedió demasiado rápido, ya era 13 de Junio, pasando
así todos los días que pasé con él, dándome cuenta que no los aproveché como me
hubiera gustado.
Seis de la mañana, 14 de Junio, nos encontrábamos en el
aeropuerto, despidiéndonos, lloraba, mucho, a mares, mis ojos estaban rojos e
hinchados a causa de que la noche anterior no dormí, pensando en todo lo que
podría suceder.
Abrazados, intentábamos decir algo, pero nada salía de
nuestras bocas, esto era un hasta siempre y no un hasta luego como yo me creía.
Aún me acuerdo de la voz que emitía mi vuelo, dando a
entender que debíamos separarnos, no solo de estar abrazados si no para
siempre.
-“Volveré te lo prometo, volveremos a estar juntos.”
-“¿Y si no es así?”
-“Será así, no tendrás tiempo de extrañarme.”
-“¿Cómo no voy a extrañarte si aún estando a mi lado ya te
añoro?”
-“Siempre voy a estar a tu lado; recuerda mi corazón se
queda contigo; cuídalo.”
Y con esas palabras me besó, separándose y dándome un leve
empujón para que me pusiera en marcha.
Subí al avión y en menos de tres horas me encontraba en mi
destino.
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